En la ribera del río Mapocho, en Talagante, existe un espacio que antaño fue un vibrante punto de encuentro, donde la comunidad se bañaba y disfrutaba del entorno natural. Sin embargo, con los años, la acumulación de basura y prácticas inadecuadas han deteriorado este lugar, despojándolo de su vitalidad. Frente a esta realidad, un grupo de jóvenes visionarios ha decidido transformar este espacio degradado en un símbolo de regeneración ambiental y cohesión comunitaria. El proyecto ‘Consolidación del Sendero Ecológico Humedal Mapocho Urbano de Talagante como herramienta para el desarrollo de culturas regenerativas’, liderado por la organización Frente de Río y apoyado por el Fondo Común Regenerativo de Fundación Lepe, busca no solo restaurar la ribera talagantina del río Mapocho, sino también educar e involucrar a la comunidad en la protección de este ecosistema. La activa participación de vecinos y vecinas está creando una nueva relación con el entorno, enfocada en la sostenibilidad y el respeto hacia este valioso espacio natural. Desde 2018, esta iniciativa ha buscado proteger y recuperar el patrimonio natural y cultural de la ribera, abordando desafíos ambientales tales como la contaminación, la ocupación ilegal del borde ribereño, la deforestación y contaminación de sus aguas. Mediante la reforestación con especies nativas y la limpieza de microbasurales, el proyecto ha logrado importantes avances en la restauración del ecosistema de la zona. En 2023, Frente de Río fue uno de los siete ganadores del Fondo Común Regenerativo, recibiendo apoyo financiero, técnico y comunicacional para seguir impulsando su trabajo hasta 2025. Este proyecto es más que un sendero; es un espacio para la regeneración ecosocial, donde los vecinos no solo se reconectan con la naturaleza, sino que también se convierten en agentes activos de su cuidado y protección, explica Ulises Mayol, encargado del proyecto. Utilizando el método de plantación Miyawaki, que permite una reforestación densa y acelerada en áreas pequeñas, se han establecido ya cinco nuevos núcleos de bosque nativo, cubriendo un área de aproximadamente 400 m². “Al utilizar el método Miyawaki, no sólo aceleramos el crecimiento de los árboles nativos, sino que también aseguramos que estos bosques se desarrollen de manera más resiliente y densa. Este enfoque es clave para crear espacios verdes que beneficien a la biodiversidad local, mejoren la calidad del aire y ofrezcan áreas recreativas para la comunidad. Cada árbol que plantamos es un paso hacia un futuro más sostenible para Talagante y sus alrededores” comenta Mayol. El objetivo es plantar al menos 700 nuevos árboles durante este año, ampliando los núcleos de vegetación y fomentando la regeneración del ecosistema local. Especies nativas como Quillay, Barraco, Tara, Quebracho, Algarrobo y Matico están entre las seleccionadas para este esfuerzo. Hasta la fecha, se han realizado nueve actividades comunitarias donde han participado más de 300 voluntarios, incluyendo reforestaciones, limpiezas de microbasurales y rutas ecopedagógicas. En el último semestre, estas iniciativas han involucrado a 42 nuevos monitores, que han sido capacitados por el equipo de Frende de Río para dar continuidad al proyecto y aumentar su impacto en el tiempo. Josefina González, voluntaria del proyecto, explica que participar en esta iniciativa ha sido una experiencia muy enriquecedora porque “me ha permitido aprender sobre la organización y reforestación, conocimientos que quiero llevar a nuestra agrupación Cordillera Poniente en Padre Hurtado. Me inspira ver cómo personas de todas las edades, profesiones y nacionalidades se unen para cuidar el medio ambiente, pero, sobre todo, me llena de esperanza ver el entusiasmo de los jóvenes. Ver el crecimiento de los árboles y cómo cada vez más personas se suman para cuidar la ribera del río me da la certeza de que vamos por buen camino. A quienes dudan en involucrarse, les diría que es una experiencia maravillosa, una oportunidad de disfrutar la naturaleza, de escuchar a las aves y apreciar los paisajes. Esto no solo nos conecta con nuestro entorno, sino que también es un respiro que nos ayuda a enfrentar el agotamiento que vivimos hoy en día. Desde Frente de Río, queremos consolidar este espacio como un lugar virtuoso, donde la comunidad pueda aprender, cuidar y compartir en armonía con el entorno, añade Mayol. “El trabajo comunitario es esencial para el éxito de iniciativas como la regeneración del borde ribereño de Mapocho Talagante. Sin la participación activa de los habitantes, los esfuerzos por restaurar el ecosistema de la ribera no tendrían el mismo impacto. Crear conciencia ambiental va más allá de las acciones puntuales; es necesario fomentar un vínculo profundo entre las personas y su entorno. La participación de la comunidad no solo fortalece el sentido de pertenencia, sino que también transforma a cada habitante en un guardián de su propio territorio. Lo que no se conoce, no se cuida, y es por eso que involucrar a los vecinos, a través de actividades educativas y de reconexión con la naturaleza, es clave para garantizar la sostenibilidad de estos espacios. La protección del humedal no es solo un esfuerzo ecológico, sino un proceso de regeneración social donde la comunidad aprende a valorar y defender su patrimonio natural”. Frente de Río también ha sumado la colaboración de instituciones como la Municipalidad de Talagante, ONGs socioambientales de la provincia, la Universidad Católica y varias escuelas locales, lo que refuerza el enfoque colaborativo del proyecto. Con el apoyo de Fundación Lepe, y bajo el compromiso de fortalecer la relación entre la comunidad y el medio ambiente, la ribera del río Mapocho Talagante se perfila como un ejemplo de cómo la regeneración ecosocial puede ser el camino para hacer frente a la crisis climática y de biodiversidad actual.
En la ribera del río Mapocho, en Talagante, existe un espacio que antaño fue un vibrante punto de encuentro, donde la comunidad se bañaba y disfrutaba del entorno natural. Sin embargo, con los años, la acumulación de basura y prácticas inadecuadas han deteriorado este lugar, despojándolo de su vitalidad. Frente a esta realidad, un grupo de jóvenes visionarios ha decidido transformar este espacio degradado en un símbolo de regeneración ambiental y cohesión comunitaria. El proyecto ‘Consolidación del Sendero Ecológico Humedal Mapocho Urbano de Talagante como herramienta para el desarrollo de culturas regenerativas’, liderado por la organización Frente de Río y apoyado por el Fondo Común Regenerativo de Fundación Lepe, busca no solo restaurar la ribera talagantina del río Mapocho, sino también educar e involucrar a la comunidad en la protección de este ecosistema. La activa participación de vecinos y vecinas está creando una nueva relación con el entorno, enfocada en la sostenibilidad y el respeto hacia este valioso espacio natural. Desde 2018, esta iniciativa ha buscado proteger y recuperar el patrimonio natural y cultural de la ribera, abordando desafíos ambientales tales como la contaminación, la ocupación ilegal del borde ribereño, la deforestación y contaminación de sus aguas. Mediante la reforestación con especies nativas y la limpieza de microbasurales, el proyecto ha logrado importantes avances en la restauración del ecosistema de la zona. En 2023, Frente de Río fue uno de los siete ganadores del Fondo Común Regenerativo, recibiendo apoyo financiero, técnico y comunicacional para seguir impulsando su trabajo hasta 2025. Este proyecto es más que un sendero; es un espacio para la regeneración ecosocial, donde los vecinos no solo se reconectan con la naturaleza, sino que también se convierten en agentes activos de su cuidado y protección, explica Ulises Mayol, encargado del proyecto. Utilizando el método de plantación Miyawaki, que permite una reforestación densa y acelerada en áreas pequeñas, se han establecido ya cinco nuevos núcleos de bosque nativo, cubriendo un área de aproximadamente 400 m². “Al utilizar el método Miyawaki, no sólo aceleramos el crecimiento de los árboles nativos, sino que también aseguramos que estos bosques se desarrollen de manera más resiliente y densa. Este enfoque es clave para crear espacios verdes que beneficien a la biodiversidad local, mejoren la calidad del aire y ofrezcan áreas recreativas para la comunidad. Cada árbol que plantamos es un paso hacia un futuro más sostenible para Talagante y sus alrededores” comenta Mayol. El objetivo es plantar al menos 700 nuevos árboles durante este año, ampliando los núcleos de vegetación y fomentando la regeneración del ecosistema local. Especies nativas como Quillay, Barraco, Tara, Quebracho, Algarrobo y Matico están entre las seleccionadas para este esfuerzo. Hasta la fecha, se han realizado nueve actividades comunitarias donde han participado más de 300 voluntarios, incluyendo reforestaciones, limpiezas de microbasurales y rutas ecopedagógicas. En el último semestre, estas iniciativas han involucrado a 42 nuevos monitores, que han sido capacitados por el equipo de Frende de Río para dar continuidad al proyecto y aumentar su impacto en el tiempo. Josefina González, voluntaria del proyecto, explica que participar en esta iniciativa ha sido una experiencia muy enriquecedora porque “me ha permitido aprender sobre la organización y reforestación, conocimientos que quiero llevar a nuestra agrupación Cordillera Poniente en Padre Hurtado. Me inspira ver cómo personas de todas las edades, profesiones y nacionalidades se unen para cuidar el medio ambiente, pero, sobre todo, me llena de esperanza ver el entusiasmo de los jóvenes. Ver el crecimiento de los árboles y cómo cada vez más personas se suman para cuidar la ribera del río me da la certeza de que vamos por buen camino. A quienes dudan en involucrarse, les diría que es una experiencia maravillosa, una oportunidad de disfrutar la naturaleza, de escuchar a las aves y apreciar los paisajes. Esto no solo nos conecta con nuestro entorno, sino que también es un respiro que nos ayuda a enfrentar el agotamiento que vivimos hoy en día. Desde Frente de Río, queremos consolidar este espacio como un lugar virtuoso, donde la comunidad pueda aprender, cuidar y compartir en armonía con el entorno, añade Mayol. “El trabajo comunitario es esencial para el éxito de iniciativas como la regeneración del borde ribereño de Mapocho Talagante. Sin la participación activa de los habitantes, los esfuerzos por restaurar el ecosistema de la ribera no tendrían el mismo impacto. Crear conciencia ambiental va más allá de las acciones puntuales; es necesario fomentar un vínculo profundo entre las personas y su entorno. La participación de la comunidad no solo fortalece el sentido de pertenencia, sino que también transforma a cada habitante en un guardián de su propio territorio. Lo que no se conoce, no se cuida, y es por eso que involucrar a los vecinos, a través de actividades educativas y de reconexión con la naturaleza, es clave para garantizar la sostenibilidad de estos espacios. La protección del humedal no es solo un esfuerzo ecológico, sino un proceso de regeneración social donde la comunidad aprende a valorar y defender su patrimonio natural”. Frente de Río también ha sumado la colaboración de instituciones como la Municipalidad de Talagante, ONGs socioambientales de la provincia, la Universidad Católica y varias escuelas locales, lo que refuerza el enfoque colaborativo del proyecto. Con el apoyo de Fundación Lepe, y bajo el compromiso de fortalecer la relación entre la comunidad y el medio ambiente, la ribera del río Mapocho Talagante se perfila como un ejemplo de cómo la regeneración ecosocial puede ser el camino para hacer frente a la crisis climática y de biodiversidad actual.